lunes, septiembre 14, 2009

viernes, abril 10, 2009

La Nube Gris

Y al octavo dia, Dios creo el gris. No contento con el arbol de manzanas, las culebras, y la Costilla, se le ocurre crear la tibieza y un color que no es negro, ni blanco, sino gris. Al ver a Adan corriendo por ahi con Eva, Dios se dio cuenta de la posibilidad infinita para poder contradecirse en cada acto y convivir con esas contradicciones sin problema, y por eso la morfina del gris.

Mi impulso inicial es denunciar todas las contradicciones que se viven a diario. Obviamente comenzaria con la religion. El mismo organismo que ha perpetuado e impuesto la creencia en Dios por los ultimos siglos es el mas gris de todos. Y es gris, ya que no puedo aguantar la carcajada al verle la cara al papa, a sus manos llenas de anillos, su balandran bordado con hilo de oro, o la choza donde vive, mientras ofrece la omilia en un tugurio africano y promueve el no uso del condon en un pais infestado con SIDA. Lo que sale de su boca, espanta todo mensaje de humildad, bondad etc… que se puede encontrar en la biblia. A Jesus siempre lo he visto mas como un tira-piedra de la epoca, un revolucionario, un generador de conciencia, en vez de un aliado del establecimiento – un burocrata mas.-

Mi impulso es senalar, denunciar, y acepto que me da placer expresar mi visibilidad; Pero que va, el hecho de denunciar no me hace el bueno, mas bien me hace gris, ya que mi dedo tambien huele a mierda. Que voy a hablar yo de religion y de todo eso, si practico uno que otro sacramento? No he podido salir del closet del ateismo completamente, ya que el mundo es gris, es multi-dimensional, y dura un instante.

Y esto es una boberia. Pero por ahi viven tramposos que promueven la transparencia, presidentes elegidos democraticamente que promueven dictaduras (en algunos casos, hasta la propia), chuzadores que no aguantan una chuzada, ricos que son cujis, revolucionarios que quieren un puestico y un sello, creyentes bondadosos que odian a todo lo que es diferente, burriquetos que rezan sus padre nuestros antes de la rumba, libres que quieren esclavizar, fieles que son cachones de tiempo completo, discriminados que discriminan, y sigue la lista, usando las palabras de la Senorita Antioquia en un reinado…”del mismo modo y en sentido contrario”. Pero ya que se vive en un mundo cada vez mas gris, de gente gris, de opinions grises, nada pasa y hasta lamboneamos un poco las contradicciones del otro, ya que por dentro, tambien tenemos nuestro par de incongruencias.

Por ahi dicen que Duchamp, despues de renunciar a la pintura y declarar su muerte, muchos anos despues le picaba las ganas de coger sus brochas y pintar de nuevo. Estoy seguro que lo hacia a escondidas, sin dejar rastro quemando toda evidencia. Habiendo dicho esto, un pensamiento bastaria para ser incongruente? Una accion? Con esto en mente, me atrevo a imaginar que algunas monjas quisieran ser putas, que algunos cajeros del banco fantasean con robarse un billetico cuando no los vean, que algunos policias quisieran hacer chanchullos y que algunos politicos quisieran robar. Pero como el mundo es gris, infinitamente gris, todo esto esta dentro de la normalidad.

jueves, marzo 05, 2009

Una Bulgaridad Mas

A razon del exito rotundo del Carnaval de Barranquilla en Reijkavic, Islandia el ano pasado, la Colonia Barranquillera de Nostálgicos Carnavaleros (CBNC) ha decidido hacer un Carnaval de Barranquilla en Bulgaria. Uno de los objetivos de la CBNC es hacer Carnaval donde sea que pegue la Nostalgia, sea donde sea, como sea, de esta manera, proyectando internacionalmente a Barranquilla y a Colombia.

Tal fue el exito en Islandia, que para esta version se ha adecuado una de las cuadras de la montanosa ciudad de Vitosha para convertirla en una replica exacta del Barrio Abajo de Barranquilla. En una cooperacion Bulgaro-Colombiana, ingenieros de los dos paises han trabajado durante el Invierno para adecuar y transformar la reinante Arquitectura Socialista al pintoresco sabor de una cuadra del Barrio Abajo. La gran hazana arquitectonica fue la de subir los sardineles medio metro para impregnarle un caracter mas autentico a una ciudad que nunca ha sufrido el problema de los arroyos. Las obras ya estan casi terminadas y apenas se vaya la nieve estara lista para acoger a los Barranquilleros residentes en Europa del Este la segunda semana de Abril. Por la topografia montanosa de Vitosha, la Batalla de Flores recorrera varias veces la cuadra del Barrio Abajo, para asi aglomerar a los espectadores alrededor de la plaza central y la imponente Iglesia Ortodoxa de Vitosha. El recorrido sera mas bien circular en vez de lineal, asegurando un desfile para recordar.

Toneladas de guandules secos se han exportado a Bulgaria para ligarse con el tradicional goulash. Cocineras bulgaras y rusas han sido entrenadas por cocineras del Barrio Abajo, llegando a resultados sorprendentemente parecidos, a pesar de no haber yuca, ni platano en Vitosha. Esta fusion entre el goulash y el guandul, alegrara la epoca, junto a la tradicional leche agria, papas al vapor y remolachas que abundan en la zona. Todo esto se complementara con las butifarras y hayacas que sobraron de la fiesta en Reijkavic.

Mediante una tecnologia desenpolvada desde la Guerra Fria para adoctrinar al pueblo al Marxismo, centenaries de jovenes rusos y albinos han asimilado los ritmos del Carnaval de manera natural mientas hacen sus siestas. Con el uso de esta revolucionaria tecnologia –unos CDs que estimulan el inconsciente con el uso de audifonos mientras se duerme- estos ex-bailarines de Ballet han podido borrar de su inconsciente los pasos del “Rompe Nueces” de Tchaikovski, y aprehender todo lo relacionado al bullerengue, garabato, cumbia y demas ritmos folcloricos para amenizar la Batalla de Flores en Vitosha. Los conjutos vallenatos de moda estan reconfirmados, los disfraces estan listos, las comparsas como “Las Marx-imondas Recocheras”, la cumbiamba “Proletariado Gozon” y los monocucos “Los Balkanos” estan perfectamente sincronizadas, esperando que la nieve se derrita y que la Reina los lidere. Para esta version del Carnaval de Barranquilla en Vitosha, la Reina sera la bellisima Olga Varna: una Barranquillera de cuna, pero criada en Sofia por papa Rumano y mama cundiboyacense. Olga sera la encargada de animar esta fiesta y contagiar de alegria a un pueblo encerrado por tantos anos detras de una cortina de hierro.

La Bulgaridad se escribe ahora con B de Bostezo, y el Carnaval se proyecta internacionalmente por todo el mundo. Tan es asi, que una delegacion Japonesa asistira a las celebraciones en Vitosha para posiblemente proponer el proximo Carnaval de Barranquilla en la ciudad de Kyoto! Que comience la fiesta, que comience el jolgorio! Que viva la capa roja! Que viva! Que viva la Nostalgia! Que viva! Que viva el Carnaval en Bulgaria! Que viva!

martes, junio 24, 2008

Pa'dentro

“Lo mandaron a mirar pa’dentro” refunfunaba algarete uno de los cientos de mototaxistas que curiosiaba la escena mientras se alejaba del area acordonada. Me miro fijamente, buscando rebotar sus ideas, puntos de vista, palabras de sabiduria con las mias; se encontro mas bien un hoyo negro donde sus impresiones del suceso serian esterilizadas, y analizadas con el microscopio de la curiosidad reposada.

Al escuchar que “lo habian mandado a mirar pa’dentro”, pense que iba a asistir a los cien metros de nado sincronizado del primer hombre topo. Me imaginaba que iba a ver el espectaculo de un hombre que se habia zambullido en una de las tantas islas de tierra en este agobiante y creciente mar de cemento. Pense que me lo iba encontrar nadando, en un hueco descomunal esquivando raices de robles y matarratones, tuberias de gas y de agua, desplegando la fortaleza de sus brazadas, mientras aparecia triunfante en una islita de tierra usada en algun momento para jugar bolita’unita. Al hombre que lo mandaron a mirar pa’dentro, ya no tenia que esconderse para hacer gargaras con los punados de tierra que se robaba de poteras llenas de trinitarias; ahora tenia la libertad de excavar, nadar debajo de la tierra, pataleando sin cesar y sin limpiar las fachadas de las casas que ensuciaba.

De pronto no era un hombre topo lo que suscitaba tal romeria, sino alguien haciendo alguna meditacion transcendental encima de clavos o algo asi, ya que lo habian mandado a mirar para dentro. La romeria al parecer estaba atenta a este suceso, unico en el planeta. Las versiones de los hechos iban y venian, un telefono roto que atraia mas y mas gente. El tumulto se aglomeraba alrededor de la calle, respirando con el pasar de los minutos. Camarografos, desempleados profesionales, sapos y lisos vociferaban veredictos e hipotesis, mientras los curiosos (incluyendome) alimentaban su imaginacion con los restos de conversaciones sueltas.

“Lo iban a atracar, y le salio mas bravo”, “Se bajo al man, mientras hirio al otro”, “ el moreno grueso de la moto negra se habia metido en la casa antes”, “el compadre del que se bajaron era policia” eran varias de las versiones que se ventilaban, mientras intentaba sin suerte ver lo que habia ocurrido Al camuflarme entre la muchedumbre curiosa vi que no habia un hombre topo, ni alguien meditando, sino mas bien la imagen imaginada de un cadaver tirado en el piso que nadie pudo ver. Las dos cuadras se cerraron, saboreando la curiosidad de ver a alguien que estaba mirando para adentro.

Aprendi que el mirar para dentro, requiere de un grado de serenidad sumamente alto. Es necesario quedarse inmovil, hacer fuerza para que que el Corazon deje de bombear, para asi poder admirar aquello que no se puede ver con los ojos. La curiosidad era contagiosa…todos querian (queriamos) ver al muerto desde una distancia prudente; todos querian mirar con sus ojos lo que estaba afuera, para sentir de manera un poco morbosa lo cerquita que se esta de la muerte. El muerto – en este caso un ladron salao- se convierte en la diva , en el visionario, en el iluminado que despierta envidias, por que por fin sabe que se ve al mirar pa’dentro.

jueves, mayo 08, 2008

La Sacudida Muda

La vida era la foto. La vida era la foto…

Sabia lo que habia ocurrido antes y despues de tomarse la foto junto a los miembros de la familia, que a regañadientes (tambien) atendian las precisas instrucciones del fotografo: “Muevete para aqui, ladea la cabecita mas para alla, sonrie carajo, whiskey…” y como estatuas de carne, con esa felicidad pausada esperaba el momento del flash. Ese viaje a un futuro incierto pero agradecido por el sacrificio de capturar ese instante unico.

La vida era alrededor de la foto. La vida era alrededor de la foto…
Acordaba el sabor de la expectativa al inspeccionar los resultados del sacrificio. Se constataba quien era el, y su apariencia ante el resto de la humanidad. Revisaba las caratulas de los otros miembros y las comparaba con aquellas tomadas con su memoria. Se reia de los ojos involuntariamente cerrados, los copetes descontrolados, las furias mal escondidas, las risas no domadas, que aparecian en la foto en medio de chistes y bromas. Despues, esa misma foto, era enmarcada y colgada en alguna pared , para recordar una vez mas lo que era, y a lo que pertenecia. Con un orgullo que se evaporaba casi al instante, y se convertia en olvido, miraba esas fotos una y otra vez a lo largo de su vida, en un esfuerzo inutil por atrapar lo inatrapable.

Acaricio con su mirada miles de fotos. Las habia memorizado a punta de risas y de lagrimas con el pasar de los años, siempre constatando su vigencia frente a la vida, que parecia mas un rio turbulento de momentos. Era mas facil ver la foto, que ver la vida mientras tragaba agua y pataleaba para mantenerse a flote. Todo pasaba, y el se quedaba mirando sus fotos enmarcadas, puestesitas elegantemente en la orilla.

Lloro cuando empezo a ver las arrugas en la piel de su madre, y las canas en la de su padre, inexistentes en aquella foto destenida. Lloro cuando sus hermanos se graduaron del colegio y ya no se ilusionarian con la llegada ficticia de un Niño Dios; pero mas aun cuando se dio cuenta que ya nunca volverian a ser los mismos hermanos de la foto; sino otros, de otra foto que aun no ha sido tomada. Lloro cuando los mecedores de los abuelos se empezaban a quedar quietos y las mascotas de aquellas fotos se empezaban a mencionar con nostalgia. Y finalmente lo sacudio el hecho que su propia vida habia cambiado al igual que los otros, que tendria que tomarse muchas mas fotos en el futuro para poder darse el lujo de mirar atras, y que esto ultimo a la larga se le iba a olvidar.

miércoles, enero 23, 2008

La Nostalgia es Peligrosa

Por ahí corre el rumor que la colonia barranquillera establecida en Helsinki y Reykjavic van a organizar su Carnaval de Barranquilla en la capital de Islandia. Es un rumor nada mas. Dado que la Colonia Barranquillera de Nostálgicos Carnavaleros (CBNC) es más bien pequeña, solo se organizara el desfile de La Batalla de Flores. Aprovechando los trineos abandonados en la finca de San Nicolás, después de la ajetreada época Decembrina enviando regalos por todo el mundo, se utilizaran estos trineos para reemplazar las tradicionales carrozas. De esta manera, Reykjavic, esa gran ciudad costera del Océano Atlántico Norte y capital de Islandia, se pondrá a la altura de ciudades como Bogota, Miami, Madrid y Nueva York, que también celebraran el tan anhelado Carnaval de Barranquilla.

Dado que Reykjavic (en islandés tiene el nombre de "Bahía Humeante") en invierno solo recibe unas cuatro horas de luz solar, los organizadores adelantaran el festejo para las 6 de la mañana en vez de la penumbra que existiría al medio día. La brisa ártica que cachetea con vigor a renos y caribús, seguramente no será impedimento para alegrar esta fiesta. Es como si estuviesen acompañados de los Abuelos de los Vientos Alisios, mejor dicho, los vientos originales y no los desgastados y cansados por el trópico. La alcaldía de Reykjavic, entusiasmada por apoyar esta iniciativa, y un poco harta de tanto desfile de vikingos, ha ofrecido despejar varias cuadras para tal desfile, recreando algo parecido a la Vía 40, pero sin huecos. Teniendo como ejemplo el Carnaval de Miami, no se podrá ingerir licor en vía publica para así demostrar el civismo y buen comportamiento de los barranquilleros, que sin duda abrirá el camino para que este evento se siga expandiendo por todo el mundo. El año pasado la colonia barranquillera en Miami, se portó muy, pero muy bien: hubo desorden controlado, hubo maizena moderada, nadie se metió con el publico, el volumen estuvo regulado, en una demostración de cultura ciudadana ejemplar. El orden reinó, y nadie se pudo quitar realmente la mascara.

Los organizadores currambo-islandeses ya tienen contratado varios vuelos “charter” con marimondas, toritos, garabatos, caimanes, cumbiamberos, papayeras y varios conjuntos de millo; todos estos con su disfraz rediseñado e insulado para contrarrestar el frío. Toneladas de guandules enlatados, arepas de huevo empacadas al vacío, chicharrones congelados, guarapos en polvo, pandeyucas y platanitos en bolsa, ciruelas y mangos deshidratados, además de un cargamento de flores para la batalla, hacen parte también de este convoy. La intención es mostrar un potpurrí de todas las danzas y costumbres autóctonas para invadir la ciudad entera de carnaval. Para este caso, también unos letaneros han estado traduciendo al islandés sus pícaras letanías, que se difunden por la radio hace dos meses entre programas radiales de Música Clásica y Antologías de Schubert. El uso de maizena y de espuma será prohibida y en su reemplazo se usara la nieve que se acumula de manera silvestre por toda la ciudad. Este elemento, le dará a la ciudad una ventaja comparativa sobre la natal Barranquilla...será una ciudad “enmaizenada” de pies a cabeza, ahorrándose así las toneladas de maizena que se podran aprovechar para hacer coladas y natillas.

La reina será la hija de una Barranquillera casada con un pescador Islandés, asentados en Reykjavic desde hace veinte anos. La reina de este Carnaval, una vikinga robusta pero dulce, criada a punta de bacalao y arenque, presidirá la fiesta. A pesar de que no habla español se considera barranquillera, su comida preferida es el "suchi", y aprendió el ritmo caribe en La Escuela de Polka de un tío Escandinavo. Se ha visto todas las Batallas de Flores desde 1998 en VHS, y sabe que con su movimiento de cadera, Reykjavic, se parecerá, al menos por un día a la Arenosa.

La Colonia Barranquillera de Nostálgicos Carnavaleros (CBNC) ve con entusiasmo este primer carnaval en Islandia, como una jugada estratégica y un reto muy grande. Si se puede hacer un Carnaval de Barranquilla en Reykjavic, se puede hacer en cualquier lugar del mundo! Irán, Cambodia y El Reino Unido, países con curramberos nostálgicos, estarán a la expectativa de este carnaval para implantarlo también en sus países a comienzos del 2010. Quien lo Vive, es sin duda, Quien lo Goza, sea como sea...así sea a la fuerza.

viernes, octubre 05, 2007

MARE NOSTRUM

No sé si fue el efecto de dos o tres cervezas, agua embotellada y dos gaseosas, ya que perdí la cuenta de cuantas me había tomado mientras orinaba submarina y subrepticiamente en el mar. De lejos, era otro bañista desprevenido imaginándose cómo se peinan las morrocoyas. Debajo de la superficie era otro mamífero que descargaba en el mar los líquidos residuos ambarinos de su cuerpo. En la inmensidad y en el anonimato que el océano ofrecía, hacía mi gracia mientras esquivaba las olas con una sonrisa juguetona. Nadie se daba cuenta del asunto porque posiblemente todos estaban haciendo lo mismo. El mar es inmensamente inmenso.

Desde que tengo uso de razón, he orinado en todos los mares que he tenido el placer de visitar. He aportado mi gotica, por no decir mi granito de arroz, a la polución de los océanos. Lo reconozco, pero la verdad es que creo no estar solo, ya que he visto en muy pocas ocasiones que los bañistas recurren a baños públicos cercanos, quizás por la pereza que da el salirse del mar.

Haciendo una abstracción mental, todos los peces nadan en su propio caldo. El “chichí” de las ballenas jorobadas, de Flipper y sus secuaces, de la mojarra, los pargos, las sierras, los pulpos, y quien quita, que hasta del difunto Jacques Cousteau, esté circulando por nuestras océanos. Con esta imagen en mente, aún sin mi pequeña contribución, estos ya se encuentran bastante orinados. Untao el deo, untada la mano. Moralmente no me trasnocha mucho (ni me ha trasnochado) este tema sanitario, ya que el mar es inmenso. Inmensamente inmenso.

Algo parecido ocurre cuando se está en una piscina. A punta de cloro y de químicos adquiere el agua un color de pasta de dientes. Su frescura se exagera con el color aguamarina, con las baldosas limpias y con ese aroma a cloro que seduce. Pero la piscina, al contrario del mar, no es inmensa. En ella no hay ballenas jorobadas que contribuyan con sus galones de orín, no hay corrientes marinas; sólo una motobomba y químicos para enmascarar los metros cúbicos de caldo. Son una minoría los que se salen del caldo piscinero a hacer sus micciones afuera. La piscina es y seguirá siendo orinada; todos los saben, todos lo hacen, y todos se dejan embolatar por la apariencia de esa agua clara.

Este no es un escrito que pretende revelar las bondades de la orinoterapia, pero con la temporada electoral acercándose, creo que el tema de la orinada submarina toma vigencia. Hay cosas que suceden que todo el mundo conoce, contra los que todo el mundo protesta; sin embargo, todos implícitamente apoyamos y hasta nos hacemos los locos. Es casi como una amnesia vanidosa que aparece y desaparece como las mareas. Las decisiones que se aprenden a tomar por medio de rituales inconcientes casi nunca son las más acertadas. Todo es cuestión de contexto, y es ahí cuando la toma de conciencia en las decisiones es importante. Moralmente estoy inhabilitado para brindar luces en el manejo de la vejiga, ya que he utilizado de mingitorio al océano, pero a diferencia de lo inofensivo de ese pecado, cuando vaya a votar, note bien por quien, porque a diferencia de lo que sucede con la orinada en el mar, un mal voto es como escupir para arriba.

martes, mayo 15, 2007

Posho o Carne?

¿Possshoo o carne? La azafata con acento argentino se me queda mirando mientras se esforzaba inútilmente en mantener su cansada sonrisa. ¿Posho o carne? Hubo silencio. Titubeos. Cálculos mentales rápidos. Precisos estudios de factibilidad. ¿En qué término vendrá la carne? ¿Cuáles son los acompañamientos? ¿Con qué salsita vendrá el pollo o posho? ¿Habra suficiente arroz? Siendo un exponente ejemplar de la generación de los microondas, la respuesta debía salir natural y además rápida… pero en esta ocasión no fue así. Tin marín de dos pingué. Salió de mi garganta un pedido con la convicción tan postiza como la sonrisa de la azafata: “Poshoo, por favor”.

Las cosas en la actualidad se están poniendo cada día más complicadas, y al mismo tiempo más y más simples. Una comida queda resumida en un “pollo o carne”. Quizás sea el mecanismo de defensa para compensar por una realidad que tiene atascada la chancleta del acelerador. Simples me refiero a que muchas decisiones aparentemente elaboradas se enmascaran detrás de decisiones binarias. Las aerolíneas han amansando a la clientela del gallinero con cajitas felices de carnes sancochadas y pastas averaguadas que se cocinan en receptarios parecidos al de los Jetsons.

Al bajarnos de cualquier avión las simplificaciones continúan. Por ejemplo, hamburgueserías, sanducherías y pizzerías, entre otros, aplican la misma táctica de las aerolíneas ofreciendo soluciones prácticas y simples para lo que se ofrece. Échale piña, y dos paraguitas alrededor de la bebida y por arte de magia se convierte en una experiencia hawaiana. Si quieres una experiencia Italiana, que le echen tomates, queso “estilo mozzarella” y alguna carne encurtida. Si se quiere algo Thai, échale alguna fruta dulzona y ácida, espolvorea ajonjolí y unos palitos chinos y listo. Échale buena salsa de soya para hacerlo chino o japonés, queso Feta y aceitunas si lo quieres griego, y si se quiere algo francés métele champiñones por algún lado y ponle un nombre impronunciable. El guacamole, el fríjol refrito y algún jalapeño convierten cualquier plato en una experiencia mexicana. Lo criollo, con salsa de tomate y cebolla y alguna arepa. Y casi se me olvida “El Gourmet”…Pongale “gourmet” a lo que sea, y este dispuesto a pagar mas, y a quitarle las maticas verdes que dan el toque de cache. Hay de ensaladas a pizzas gourmet, y no me extranaria que exista por ahí una zanguaza o tripa gourmet tambien. A la larga, el mundo se achica cada vez más y los ingredientes utilizados permiten una degustación global y superficial de las costumbres de otros países y culturas.


La solución de moda es coger todo tipo de clichés, meterlos en una licuadora y servir las expectativas de lo que se anhela. No se ofrecen experiencias culinarias: se sirven expectativas. Expectativas a medias alimentadas por los chefs de supermercados, por las sugerencias detrás de las etiquetas de productos que ofrecen “tips” para hacer platos exóticos en menos de cinco minutos usando ingredientes enlatados. La comida rápida se ha metido en todas partes, y hasta ha acelerado un poco esa comida aparentemente lenta. No hay tiempo para saber el por qué de las preparaciones o de los ingredientes de las regiones; sólo hay tiempo para coquetear el paladar con lo más representativo, lo más general y al mismo tiempo más superficial de cada cultura. Por esta razón, ha empezado, sin querer queriendo, otro tipo de comida fusión. Una fusión a la carrera, a los trompicones y completamente superficial.

Así como van las cosas, está cada vez más cerca la era gastronómica en donde la humanidad se alimentará a punta de extractos envasados en tubos de pasta de dientes, refractarios ergonómicos que se calientan en cinco minutos, y píldoras con sabores aparentemente naturales. Las madres del futuro no heredarán la parsimonia y el amor por el ritual de preparar los alimentos y el placer de degustarlos, pero si quizas una voraz efectividad. Las nuevas generaciones se emocionarán con platos simplones de pollo o carne, calentados maternal y eficazmente con el pulsar de un boton en un súper-microondas.

Menos mal que esta tendencia se encontrará con una férrea resistencia compuesta por un ejército de pregoneras de alegría de bollos de Montecristo, de butifarras de Soledad, de expendedores esquineros de arroz de lisa, vendedores de cocadas y mongo-mongo de Palenque e itinerantes distribuidores callejeros de peto, quienes tienen en sus chazas, palanganas y poncheras, bien inoculados los genes de la supervivencia.

sábado, mayo 05, 2007

Las Manos de Alfonso

Aproximadamente cada ano bisiesto, o Miercoles de luna llena me detengo a ver mis manos por un momento: Las escudrino como si fuesen mascotas que algun dia se perdieron, y volvieron a saludar. Cuando apenas las alcanzo a reconocer, se me pierden de nuevo. Trato de mirarlas a ver si pueden ofrecer pistas acerca del paso del tiempo, y siempre aparecen indescifrables.

Mis manos son gordas, de palma ancha y dedos acolchonados; facilmente secuestrable por la bruja de Hansel Y Gretel. He comparado mis manos con otras manos buscando arrugas, lunares, montes de venus, lineas de la cabeza que puedan brindar algun dato no cuantificable acerca de algo tan ambiguo como la vida (mi vida). Nunca puedo atar los cabos, traducir los montes y quedo proyectando versos olvidados de algun libro de quiromancia.

Mi mama siempre cuenta que lo que le cautivo de mi papa, eran las manos…Teniendo esto en cuenta, y haciendo un arbol geneologico “manual”, heredo de mi “mama orquesta” manos que tocan de saxofon hasta flauta traversa, mientras que en mi lado paterno encuentro solo manos de pianistas: mi abuela tocaba el piano, y mi abuelo escribia a maquina. A mi forma de ver, era casi la misma cosa: musica para los oidos, musica para los pensamientos. Musica al fin y al cabo, tocada por unas manos inolvidables.

Aprovechando ser el primer nieto, le encimaba todas las tareas que tenian que ver con escribir un resumen, un ensayo acerca de cualquier libro a mi abuelo Alfonso. A esa edad no tenia conciencia de La Cueva, Del Grupo de Barranquilla, Gabo, Samudio, etc… todos estos nombres se camuflaban en los cuartos (y hasta neveras que despues me contaron) tupidos con libros al momento de visitar la casa de los abuelos todos los Domingos o noches antes de entregar ensayos para clase de Espanol. En ningun momento se me cruzaba por la mente que las tareas que me ponian (o nos ponian –incluyo a mi Abuelo) eran de sus amigos de toda la vida.
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Las citas con mi abuelo giraban alrededor de mis tareas para clase. Llegaba con apuntes en el cuaderno, hojas escritas a mano, y como no habian computadores en la epoca, dependia unicamente de su maquina de escribir Nos sentabamos juntos, lado a lado; un gaguito en potencia y otro que unicamente lo hacia escribiendo a maquina; el escribia, yo dictaba, y a duo terminabamos ensayos acerca de libros de Gabo, Vargas Llosa, Samudio, Calderon de la Barca entre otros. Las manos de mi abuelo eran gordas y arrugadas,; dedos como rodillas de elefantes que bailaban tap en una superficie inclinada llena de teclas. Habian momentos en donde me embobaba viendolas moverse con gracia sobre el teclado al mismo tiempo que escuchaba las correcciones de estilo. En algunas ocasiones se debatian las ideas, en otras dejaba que las perfumara un poco, mientras en otras, ya probablemente cansado, se remitia a ser unicamente mi escriba.
Las manos de mi abuelo son las que hoy recuerdo mientras veo mis manos bailar torpemente sobre un computador. Son manos que no he visto hace aproximadamente doce anos. Mis manos bailan mas cerca al teclado que las de mi abuelo. Escribo con los cinco dedos sin mirar el teclado y no con los dos indices. A pesar de la diferencia tecnologica, el desorden alrededor es el mismo y el silencio entre palabra y palabra es igual de ensordecedor.

Me detengo en mis manos. Trato de reconocer unas manos de adulto, unos nudillos como rodillas de elefante prepubescente, unas sucias de pintura y aceite de linaza que pretenden escribir mas a menudo para asi hacer honor al abuelo escritor. De repente, el silencio al escribir es mas sonoro que cuando se pinta. Aquel titubeo, aquel impulso ciego de la mano al tratar de rematar esta columna, desnudan de nuevo las manos al frente mio; acercandolas al recuerdo de las otras manos que bailan en la memoria.

viernes, abril 27, 2007

El Sentimiento de Culpa

La culpa. Me pregunto si la culpa es un virus al que geneticamente los catolicos estamos mas propensos. La culpa es un latigazo en el Corazon antes de realizar alguna accion. Es la vocecita grave del Mago de Oz o Rey Leon, que nos dice que estamos haciendo algo mal, aun antes de hacerlo. Por otro lado, la verguenza es el sentimiento que aflora despues que se hace algo, mientras la culpa es esa voz de la mama que dice “no salgas mijito, quedate en casa, que vas a hacer buscandote una mala hora.”

Sin querer queriendo a costas de este sentimiento implantado a punta de golpesitos de pecho durante siglos. Me refiero a los multitudinarios “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa” se ha regulado muchas sociedades familias, empresas y hasta ha dado pie para uno que otro negocio.

Cuando nino, antes de hacer la primera comunion se me pregunto acerca si me aquejaba de “pensamientos impuros”, con la conviccion del deber cumplido como culaquier recluta grite que No! Nunca! Jamas! Exabrupto! Cualquier relacion con la carne debia ser abolida, desechada, aunque muy adentro se sabia que esa conviccion era solo una farsa. Una pantalla de television que no funcionaba. Un telon con un cuarto vacio detras. Esa tuvo que ser la primeras veces que senti culpa. Verguenza hubo muchas; que mis padres me recogieran en la fiesta y socializaran eternamente con mis amigos.(me refiero a esa edad en la que uno se cree independiente, como a los 11-13 anos), Verguenza de accidentalmente derramarle el jugo de corozo a la nina mas Linda del curso. Cosas de ese tipo.

Estoy tratando de hacer fisioterapia para moldear ese sentimiento de culpa que no deja dormir, pero el bombardeo es constante. Me ocurre cada vez que voy al supermercado a hacer las compras del mes. Casi siempre voy esos dias en que hay promociones de descuentos en carnes y vegetales. Siempre se encuentra lleno y las filas estan tupidas de clientes. Al llegar al frente de la senora que saca la cuenta, trato de hablar a ver si tiene la voz grave o si tiene voz de pajarito. Termina de hacer los calculos, y me da el total de la cuenta. Quien dijo pollo? Y depues alza la voz, lo mas duro posible y dice “Desea donar 17 pesos a la Fundacion Tarara Ta Tara??? Me la quedo mirando a los ojos, con un poquito de rabia por haber pegado tal grito. Miro a mi alrededor, y veo como me lame la fila entera con sus miradas pegajosas. Volteo otra vez, y un “si” sonoro, con caracter y conviccion, sale de mi boca. Si! Pago y me voy rapido.

Esto ocurre en ambientes publicos, pero en los privados tambien. Se va a sacar plata del cajero por que la quincena por fin llego. La platica que se sudo llego a su destino anhelado. Dentro de la comodidad y privacidad de un cajero automatico, se hace la transaccion economica, pero antes de terminar, aparece en la pantalla si se quiere donar dinero para la Fundacion de Ninos Tarara Ta Tarara? Engolosinado con la plata aun tibia del cajero se titubea. Los ojos de un lobo feroz haciendo una caperucita roja al trapo. Desfila la imagen de sufrimiento, de una gota de leche en un vaso de moscas, de alguien llorando poniendo carita de perro reganado y por el otro lado se contrasta con la imagen de un lobo nadando literalmente en un mar de billetes, riendose a carcajadas y atragantandose de uvas que caen de los cielos y se convierten en oro al ser digeridas. Pienso en eso, y con firmeza, sin titubear pulso Si. Espero el recibo y me voy.

Y para colmo de males, no tiene que ver solo con transacciones economicas. Por email se ejerce el mismo chantaje emocional. Se reciben emails diciendo “POR FAVOR MANDÁ ESTO, ME LO MANDARON DE CARITAS SI ANULA ESTO
SINCERAMENTE NO TIENE UN CORAZON!!!!!! Mandale esto a todos los de tu lista o si no, Dios te castigara!!!!!! Seis signos de exclamacion. Seis. Debe existir un sufrimiento enorme mientras en la comodidad de mi silla se mira una pantalla esteril. Sin titubiar, se le manda el mensaje a un centenar de personas, para asi lavarse las manos como Poncio Pilato y llenar el cyberespacio con mas SPAM o correo no deseado.

Identificadas estas tres fuentes de creadoras del sentimiento de culpa, ejercito con frialdad y libertad el poder para tomar decisiones. El ejercicio de titubiar, de dudar y finalmente de pensar, se le relaciona con el infierno. Sugiero solo por un dia, decir No. Un dia no donar los 17 pesos, un dia no pasar la cadena de email para asi constatar que no va a pasar nada. No se nos va a caer un piano del cielo. La ira de un ser supremo no sera liberada. Por esto no estoy en contra de la solidaridad y de ayudar al projimo, y de cantar novenas con los vecinos; estoy mas bien a favor de sentimientos verdaderos asi no gozen con la conviccion de aquellos culposos.

jueves, marzo 29, 2007

Sobre Los Dias

Hace unas semanas fui testigo de cómo varios compañeros felicitaban a una colega. Un poco apurado y sin saber qué hacer, fui a darle un beso y un abrazo y le dije “Feliz Cumpleaños”. Recibió el abrazo, pero se rió diciendo que no era su cumpleaños. Quedé desconcertado. Entonces lancé el salvador “¡Felicitaciones!”; un guante lo suficientemente grande para que se amoldara a cualquier necesidad. Con una satisfacción inmensa, dio las gracias y siguió su camino… era el Día Internacional de la Mujer.

¿Día Internacional de la Mujer? ¿Qué se supone que se tiene que hacer ese día? Ni idea. Fijo lo pusieron bien lejos del Día de la Madre para no dobletearse. De los 365 días del año espero encontrar un día libre a ver si propongo no sé a quien, un día Internacional de algo: Día Internacional del Silencio, del Tartamudo, de la Soltería, o Día Internacional de la Bacanería. Una propuesta absurda a ver quién coge la caña.

El recuerdo de Días Internacionales me remonta al Día de la Paz y al Día de la Tierra, los cuales no registran fecha en mi memoria. Sé que existen pero ni idea cuándo. El Día de la Paz, instituido cuando Belisario fue Presidente, era cuando uno podía grafitear calles y paredes (sin que nadie se quejara) con palomas blancas, sonrientes, obesas y de sólo un ala. Las habilidades artísticas se ejercitaban pintando, dibujando o coloreando tal símbolo. Por otro lado, en el Día de la Tierra uno llevaba al colegio una bola de icopor (globo terráqueo) con una carita feliz y se hablaba de todas las cosas malas y en muchos casos invisibles y abstractas, que se le estaban haciendo al planeta. Esos días resuenan y permanecen en mi memoria como días de manualidades y de experiencias artísticas.

De vez en cuando me percato por la radio cuando se celebra el Día del Ingeniero, del Odontólogo o del Maestro y corro a llamar a todos los ingenieros, odontólogos y maestros conocidos para felicitarlos. Eso sí, nunca he sabido que exista Día del Vendedor Ambulante o Día del Peluquero o del Embolador. Al parecer esos cargos no son dignos para tener “Días”. Y a la larga, ¿quién decide y a quién se le asigna el bautizar uno de los 365 días del año? Estoy seguro que el Día de San Valentín y el Día del Amor y la Amistad nace producto de una conspiración clandestina de dueños de moteles, floricultores y productores de chocolates. Muy posiblemente se hizo una reunión secreta en un cuarto oscuro con estos personajes para crear el concepto de un Día -muy cerca del pago de la quincena- donde se ofrecen promociones 2x1 en moteles, flores y chocolates para adornar el concepto del amor y la amistad. Todos los días deberían ser de amor y amistad, pero sólo en esos se regalan cosas.

Intrigado por su origen, investigué la razón de la existencia de los “Días”. Días de Observancia les llaman, cuyo objetivo es el concientizar a las personas, hacer monumentos invisibles alrededor de temas de interés mundial, etc. El concepto está claro, a pesar de no conocer su efectividad. Curioso por el tema, encontré una página Web de las Naciones Unidas donde describen los Días de Observancia. Me emocioné al ver ya olvidadas las fechas del Día de la Paz y de la Tierra (21 de septiembre y 5 de junio), y las acabo de destacar en mi calendario. Además de estos “días”, hay un centenar que pasaba por alto todos los años. Por ejemplo, el 22 de marzo es el Día del Agua. A simple vista el día más chévere… tomar agua todo el día, bañarse en la piscina, ir al mar, hidratarse, etc.… o ¿será que es más acerca de concientizar sobre del uso de este recurso y hasta abstenerse de ir al baño? Día Mundial de la Salud, en el cual los médicos hacen su agosto a pesar que es el 7 de abril. Hay un Día Mundial de la Juventud, y otro de las Personas de Edad, ni idea qué se hace estos días ya que la edad es psicológica. El 10 de octubre es el de la Salud Mental. La gente se volvería loca sin un día como esos. El 21 de noviembre es el Día Mundial de la Televisión; ¡a ver novela todo el día!; que las grandes corporaciones pauten y embrutezcan aún más a los televidentes.

A propósito de celebraciones de ”Días”, recuerdo una anécdota sobre mi abuelo cuando, no sé por qué razón, terminaba sus estudios de bachillerato en el Colegio Ramírez de la entonces gélida ciudad de Bogotá. En ese entonces su profesor de Humanidades, un rolo pretencioso natural de Facatativá, “todo de negro de la cabeza hasta los pies vestido” como Felipe II de España, el 19 de julio, víspera del Día de la Independencia, delante del curso, con rostro solemne y actitud imperativa, le preguntó: “Ala costeño, usted que sabe tanto nos podría exponer brevemente ¿Qué pasó el 20 de Julio?” Mi abuelo se quedó por momentos pensativo y respondió: De qué año, profesor? Cuentan que el “¡plop!” de Condorito quedó chiquito para describir la cara de piedra y el desconcierto del ilustre humanista profesor de Facatativá.

sábado, marzo 17, 2007

Con la Careta Puesta

Qué diferente se ve la vida detrás de una careta de marimonda. En el anonimato del sauna en que se convierte la careta en plena Batalla de Flores, la vida cobra un tinte distinto, se adquieren poderes sobrenaturales y facultades extraordinarias. Los colores se exageran, las velocidades cambian, las diferencias son más dramáticas. La máscara transforma. Por esta razón, escribo estas líneas con la careta puesta, y me la quito por ratos para respirar un poco y no ser tan imprudente.
En el Carnaval las máscaras son indispensables. Mientras unos gozan del anonimato que ésta ofrece, otros la utilizan para llamar la atención. Las hay de distintos colores, estilos, y grados de temperatura. Después de los cuatro días de fiesta, hay muchos que se les olvida quitársela y hasta se ponen la cruz de ceniza con ésta puesta. La morisqueta estática, el capuchón inerte colorea el transcurrir de la vida; por eso mi interés de escribir con la careta de marimonda, a ver si se pueden rememorar sensaciones a punto de olvidarse.
Desfilando con la careta puesta, me convencí que el compartir la nacionalidad con los compatriotas del interior es como un arroz con mango. Esta vez, por gozar del beneficio del anonimato, pude esquivar los aguaceros de ¡”Baila Cachaco”! Tan populares en el carnaval. Planeaba libre, con la satisfacción del deber cumplido, mientras me resbalaban los insultos con cada paso por la Vía 40. Con la máscara encima, de repente adquiero el poder sobrenatural de identificar un ‘cachaco’ a más de una cuadra de distancia. Y por ‘cachaco’, incluyo a ‘gringo’, ‘paisa’, ‘boyaco’, ‘opita’ o ‘europeo’. Cuento de repente con la facultad sobrenatural de distinguirlos entre la multitud, destacarlos en una comparsa por el ‘swing’ o falta de ‘swing’, por el chapeado en los cachetes, por el tipo de zapatos, por las muecas después de tomarse un trago seco... las diferencias afloran. Un tiburón detectando una gota de sangre a kilómetros de distancia.
Al quitarme la careta, coger aire, salir del ahogo y de la saturación de cosas obvias, todo vuelve a su cómoda normalidad. La tolerancia y el civismo llenan de aire los pulmones, y uno sonríe porque comparte la patria (cualquiera que sea este concepto que para los costeños tiene su límite en los alrededores de Magangué) con un poco de gente que no tiene puntos de interacción con el plano de la vida cotidiana en un sábado de carnaval. De repente, se inunda la conciencia de frases como la de “Lo mejor de Colombia es su gente...” (¿Según quién? O mejor aún, ¿”según qué experto extranjero en la materia”?), o como la de “Colombia es pasión”, escogida por fríos burócratas andinos cuya única pasión es jugar enruanados al tute, y un poco de datos estadísticos de biodiversidad en cuestión de flora y fauna... el 5-0 contra Argentina, y todo ese poco de clichés que adaptamos para sentirnos más de lo que no somos.
Desde niño me inculcaron el concepto de cachaco a los tropezones. Al preguntar qué era ser cachaco, se me remitió a la serie de ‘Don Chinche’. En esa época me sentaron frente a un televisor y se me dijo... “Esos son puros cachacos”. Yo sólo veía un bigotudo con corbata hablando chistoso, con palabras llenas de ‘ches’ por todos lados... chusma, chusco, cuchuco, chino, chirriao, chepito, chinchurria, etc..., los personajes de la serie chapuceaban estas palabras una y otra vez, hasta saturar y moldear en mi mente el vago concepto del cachaco. Desde entonces, he adquirido la habilidad de detectar en mi ‘cachacómetro’ hasta mínimas trazas de comportamiento interiorano, así estén escondidos por elaborados disfraces multicolores.
En carnaval, a pesar de las máscaras, todas esas diferencias saltan a la vista. Los participantes no pueden esconder su origen y las tribunas no dejan pasar una aunque el personaje desfile disfrazado de marimonda, con su careta encaletada hasta el ombligo y desfilen abrazando a Paragüita. La palabra cachaco ya no se limita a los personajes de ‘Don Chinche’, sino a actitudes y valores presentes en la vida ordinaria. Con la careta puesta me resaltan claramente todas esas diferencias y parece que mi cachacómetro agudiza su sensibilidad a tal punto, que me permitió detectar algunos infiltrados en las últimas filas de las ‘Marimondas del Barrio Abajo’.
Y a propósito, me intriga que fue lo que vio Martín Arzuaga al festejar su gol en Argentina con la careta de marimonda puesta - gesto paradójico de ponerse la máscara para resaltar entre la multitud. Por lo menos estoy seguro que su retina captó una tacada de ‘ches’, que después del partido me imagino saldrían a festejar la victoria de su equipo, comiendo churrasco o chuletas con chimichurri, teniendo como música de fondo una canción de Chabuca Granda.

lunes, marzo 05, 2007

Lo que te Diga es Mentira

No soy filólogo ni lingüista aficionado, pero confieso que por una extraña y creo que poco común sensibilidad, tiendo a tratar de descifrar qué quieren decir las personas cuando sostengo con ellas conversaciones cotidianas. En esas intrascendentes charlas salen a relucir un sinnúmero de adornadas frases, palabras sonoras expresadas con aire de sobradez y algunas cuyo significado y erudito origen ha sido perrateado por el uso y que al final ni quitan ni ponen o más bien quitan sentido a la conversación, lo cual, justo es decirlo, les importa un pito a la mayoría de mis interlocutores.

El “lo que te diga es mentira”, es una de las expresiones que con frecuencia me impactan, ya que se dicen con la mayor frescura, antecediendo una disertación sobre cualquier tema. ¿Por qué si lo que van a decir es mentira, se gastan tiempo elaborando historias, instrucciones, etc.? ¿Y uno, por qué sabiendo esto le para bolas a lo que le dicen?

Recientemente pedí indicaciones a un amigo sobre una dirección y después del consabido “lo que te diga es mentira” con la pasividad de un oso hormiguero, quitándose toda responsabilidad de encima, prosiguió a brindarme su elaborada ayuda, llena de vericuetos, altibajos en su voz y un mal disimulado placer en escucharse los sonidos que emanaban de su garganta. Al final de la extensa explicación, no supe cual parte era embuste o cual verdad; ni cómo separar ésta de la sarta de mimetizadas mentiras que me condujeron a vagar por calles y avenidas hasta que, mareado por tantas vueltas, decidí tomar un taxi mientras prometía no pararle bolas a quien empezase su conversación confesando cínicamente que todo “lo que te diga es mentira”.

Y qué tal la perlita de frase que es la popular “regálame una…” Todo el mundo pide que le regalen cosas. Se regalan gaseosas, bebidas, sonrisas, media libra de queso, alegrías (con coco y anís), aguinaldos, aplausos, etc., y a pesar que se “regalan”, casi siempre hay que pagar por ellas. La regalada no es regalada si no que siempre está la transacción económica de por medio, el crédito chino, el chan con chan… Entonces, todo el mundo regala cosas, pero al fin y al cabo todo el mundo termina pagando. ¿Cuál es la gracia? Es asombroso que las Fundaciones de Beneficencia no sean más populares en este país. En esas instituciones la gente podría ir a que le regalen cosas, pero acá todo el mundo tiene que bajarse del bus tarde o temprano.
De todas las cosas que se piden regaladas, las campeonas son la firma y la cédula.

Qué tal esas solicitudes de “regálame tu firma” en todo tipo de instituciones que incluyen bancos, restaurantes, supermercados y hasta rifas parroquiales. Uno se siente momentáneamente como una personalidad importante repartiendo autógrafos: Un Pibe Valderrama, Rentería, Shakira… pero, ¡qué va! Se la piden para asegurar que uno pague una culebra.

Con la cédula es otra cosa. La primera vez que me pidieron “regálame tu cédula”, me pegué un cipote susto. Eso fue al pagar la cuenta en un supermercado. Yo creí que los tentáculos de algún concejal de la ciudad habían alcanzado tal grado de sofisticación, que utilizaba los cajeros del establecimiento para asegurar su elección mediante el decomiso del documento de identidad de los clientes del supermercado. En ese momento me corrió una gota de sudor frío por la espalda al rememorar las madrugadas sentado en un bordillo y las filas que me tocó chuparme frente al Edificio de la Registraduría del Estado Civil (tronco de nombre para esa “dependencia”) con el fin de obtener el “precioso documento”, para que sin espabilar la cajera me pidiera que se la regalara. Afortunadamente, después de anotar su número me la devolvió sin preguntar porqué no me parecía en nada a la foto.

No obstante, sí hay expresiones que reflejan realmente lo que se quiere decir y se siente, y la campeona es la que se refiere a que en el Carnaval “quien lo vive es quien lo goza” y la prueba es que su contrario también es una verdad irrefutable, porque también “quien lo goza es quien lo vive”, o no?

domingo, febrero 11, 2007

Los Aplausos

Haz el ejercicio. Sintoniza el televisor en alguno de los programas de entretenimiento. Algún ‘Sábados Felices’, algún Jota Mario, émulos de los que hacía Pacheco hace varios años, y que se realizan en presencia de público. Cuando los hayas sintonizado, quédate al frente del televisor y mira el programa durante unos minutos. Cuando la cámara enfoque al público, baja repentinamente el volumen hasta que únicamente escuches el silencio y observa detenidamente a los espectadores aplaudiendo.
El combo entero aplaude contento como si no existiera pasado ni presente. Ese espacio lleno de aire que colapsa entre sus manos y se vuelve a abrir, te seduce. Quien quita que hasta estés tentado a imitarlos, pero te metes las manos en los bolsillos. Al cabo de un rato, el ritmo se intensifica y quedas como pato mirando avión, sin dejarte contagiar por el entusiasmo de ver los robots aplaudir. Se ven tan extraños, por no decir ridículos: los seres más inteligentes de este planeta golpeando sus palmas en señal de admiración o emoción. Cuando ya pasa la escena, le subes el volumen al televisor y entonces otra vez puedes deleitarte con el programa y entretenerte.
Bajar el volumen para ver las cosas de otra manera, funciona también en otras actividades. Al eliminar el volumen en la transmisión de un partido de fútbol televisado, se abre el bosque y ves que son 22 personas persiguiendo un balón. Es muy peculiar la experiencia, ya que en Colombia prolifera tele locutores de fútbol que aún piensan que están narrando por radio o dirigiéndose a televidentes invidentes.
En fin, no me voy a meter ahí... sigamos con los aplausos. Ese golpear repetitivo de palmas para demostrar emoción es extraño y a la vez tan conocido. No he visto otros mamíferos aplaudir. No, mentira. Creo que Wally o Sally, el león marino de algún parque acuático, sabe aplaudir. Al final de la aplaudida, memorizada pavlovianamente a punta de sardinas, el león marino se sumerge en su estanque esperando que le suenen el pito para hacer más piruetas. La gente aplaude al ver a Wally aplaudir. Se aplaude con emoción, ya que hay otros que hacen lo mismo que nosotros.
Me intriga saber cuál será la atracción de aplaudir, siendo ese sólo uno de los tantos sonidos que se pueden hacer con el cuerpo. Se puede gritar, silbar, dar golpes de pecho como los primos gorilas, zapatear, eructar, pero al parecer el choque de manos es el que da mayor placer y sonoridad, y a la vez el que ha sido adaptado por la mayoría de los humanos para aprobar.
Se aprende a chocar las manos desde niños. Cuando un adulto se encuentra con un niño, casi siempre tiende a pedir que le choquen la mano. “Hola nene, choca esa mano”... y el niño babeante extiende sus cinco dígitos para que el mamífero grande se la pueda chocar. ¡Choque esos cinco apéndices del extremo de la extremidad de la mano derecha...!!! Y así, desde temprana edad, se aprende a aplaudir.
Se aplaude cuando alguien termina de hablar y dar un discurso importante, cuando se termina de cantar, y en casos más extremos hasta cuando aterrizan aviones. Es la última señal de aprobación, música para músicos...
Hay muchas formas de aplaudir dependiendo del contexto. Los humanos se adaptan en sus manifestaciones de júbilo dependiendo del recinto o de la intención. No es lo mismo aplaudir cuando pasa la Reina del Carnaval desfilando, o cuando el bachiller se baja del podio después de haber recibido su diploma de graduación. El ritmo y los decibeles cambian bruscamente. Además, ¿qué tal las situaciones cuando no se sabe si es oportuna o no la aplaudida? Tímidamente se comienza a aplaudir y a mirar a ver si nos siguen la corriente... hasta que las miradas del silencio nos dan su veredicto aprobatorio.
Qué tal los osos que se hacen aplaudiendo cuando no se debe. En todo esto también hay normas y códigos que no se sabe quién dictó, pero que forman parte de las más estrictas reglas de urbanidad y civismo. Por ejemplo, está prohibido tajantemente aplaudir cuando se termina un himno, bien sea de un país, ciudad, colegio o los ridículos que se inventaron los japoneses para sus empresas. Esa regla aprendimos a pasárnosla por la faja los barranquilleros, desde cuando Elías Chegwin trataba de terminar de cantar en el Romelio Martínez el Himno de Barranquilla, ondeando por toda la cancha la bandera de la metrópolis, al inicio de los partidos del Junior.
El wagneriano final del himno, con todo y su “Barranquilla procera e inmortal”, era acallado por una estruendosa salva de aplausos, gritos de “Junior tu papá” y una que otra anticipada mentadita de madre, al hasta ese momento inocente árbitro.
Igualmente, se considera de pésimo gusto y signo de corronchería el aplaudir al término de un ‘movimiento’ de un concierto de música clásica. Sólo y solamente, es permitido aplaudir al final de la obra. Si usted es de los que se entusiasma al final de un ‘allegro ma non tropo’ en un concierto, le recomiendo sentarse sobre las palmas de sus manos para evitar aplaudir y que lo fulminen con sus miradas reprobatorias los melómanos asistentes al Amira. Si no lo puede evitar, no se amargue mucho la vida, que más de uno lo acompañará en la peladera de cobre.
Y hablando de ovaciones, recuerdo que mi abuelo refería que los aplausos más estruendosos de los cuales tenía noticia, fueron los que recibió el ganador del concurso para premiar a quien de una sentada se comiera el mayor número de guineos pasos, realizado en Ciénaga como solemne acto de clausura de las trigésimo séptima Fiestas del Caimán.
El ganador, un flaco enjuto y barrigón, natural de Guacamayal, se embutió ciento ochenta y seis guineos pasos de tamaño XL. Al preguntársele cómo lo había logrado, el flaco, con ojos despepitados, voz trémula y temblorosa, en medio de atronadores aplausos sólo acallados por sus eructos y un ataque de hipo arrítmico, antes de desmayarse alcanzó a balbucear: A puntae’pan llavecita, a puntae’pan.

miércoles, enero 17, 2007

La Mano, El Ojo y el Dedo

De la mano de la mano y sus cinco secuaces el hombre ha podido llegar hasta donde está. Quien lo creyera, pero la diferencia entre estar leyendo un periódico en estos instantes y estar montado en un árbol sacándole las garrapatas a la cría, es simplemente por un dedo: el pulgar. El pulgar, ese dedito gordo que ahora sirve para pedir chance o saludar a distancia es lo que ha creado la diferencia con el reino de mamíferos. El hecho que el pulgar fuese oponible brindó la habilidad de agarre y poder disponer de la motricidad fina necesaria para elaborar herramientas, motivando a que los primeros hombres se bajaran de los árboles, y comenzaran a crear el despelote en donde vivimos actualmente. Ese entrenamiento sutil del pulgar es lo que ha permitido el desarrollo de la humanidad.

Ese pulgar, tan crucial e importante en nuestro pasado, ha sido poco a poco desplazado por el índice. El índice es el vecino del pulgar. Envidioso por su reinado, poco a poco lo ha bajado del poder, y lo ha reemplazado. Todo esto ha ocurrido ante la mirada impávida del ojo, que hace las veces de Rasputín. Se ha formado un reinado entre ojo y dedo, ya que parece día a día afianzarse cada vez más.

Hace días visité un restaurante, y ordené comida con el índice. Sí, con el índice. Ni siquiera tuve que musitar palabra. Me trajeron un menú muy bien impreso, con fotos muy bien realizadas para todos los platos ofrecidos. Había fotos para los helados, los platos fuertes, y hasta para los jugos. Señalar es la regla. Si no es con la rayita que muchos tienen por boca, señalar con el índice basta. Con cualquiera de los anteriores, lo que prevalece es el ojo y su lavaperro el dedo.

Pedí un helado y me quedé con el menú en una actitud desconfiada por poder asegurarme que aquello que señalaba con el dedo se parecería a lo que iba a saborear. El margen de error entre la imagen y el resultado final fue mínimo. El helado sabía a emulsión fotográfica. Delicioso. El helado y la foto tenían el mismo ángulo de inclinación, la galleta estaba sumergida al parecer a la misma profundidad en ese mar de chocolate y la pigmentación era perfecta. Un sordomudo estaría muy contento, quizás un manco no tanto.

Con creciente frecuencia, los expendios de comida tienen la foto de lo que se va a consumir, para así facilitar la toma de decisiones. Como si por alguna razón se quisiera cocinar para parecerse a la foto, más que para que sepa a lo que se quiere. Saca de apuros, minimiza el riesgo ya que se cree que se puede saborear todo con la mirada. Con razón tantos restaurantes Mac Donalds se abren en todo el mundo: se curan en salud presentando hamburguesas que se parezcan a la foto. Como todo entra por el ojo… Sin querer queriendo ya se pueden comprar apartamentos, carros, vacaciones, entretenimiento, por Internet, utilizando únicamente el dedo. Con éste se abren las posibilidades, y ahí el abismo inesperado. La zancadilla antes de patear el balón. La pisada de cordón mientras se desfila en misa.

Acá no se pondrá el dedo en ninguna llaga, sino un mar de otros dedos. Asumir que la vida se tiene que parecer a una foto, es el peligro más grande. Los restaurantes que ofrecen una homogenización entre producto visual y producto real, brindan un campanazo de alerta. Poco a poco los lugares, las cosas, tendrán únicamente valor en el sentido que alguien se pueda tomar una foto para que otro más tarde la mire y tome una decisión.

Así como ocurre con la comida y si no se hace algo al respecto, recorrer una ciudad y pedir comida motivados por una foto sera igual. De manera higienica y segura se disenaran sitios que registren bien ante una camara para asi poder ser visitados. Como la cancion de Carlos Vives, la ciudad de Barranquilla no sólo se parecera a New Orleans, sino a un caldo de ciudades fofas, llenas de centros comerciales y almacenes de cadena y terminarán pareciéndose a todas en general y a ninguna en particular. Ni siquiera a sí mismas. ¡Chévere! Postales fragmentadas memorizadas tibiamente y olvidadas con el mismo desparpajo. Lentamente se le hincharan los labios a la ciudad a punta de la silicona de centros comerciales, se le emborrachará con los aires acondicionados soporíferos, y al estar a la deriva echando dedo, lo único que pasara será el tren de la indiferencia y el olvido, pero eso si, estara lista para la foto. No es para echarle la culpa únicamente al dedo, pero quizás tocara pensar como mancos para ver si pudiésemos agarrar las cosas por su esencia; esto es, por lo que son y no por lo que parecen parecer.

jueves, diciembre 28, 2006

A Punta de Gaseosas

Como tuve oportunidad de contar en un pasado articulo, soy experto haciendo filas; actividad a la que reconozco le he “cogido el gustico””, y que me permite autocalificarme como filo-sofo, en el peor sentido de la palabra. Esta fila-sofia que muchos consideran un sadismo no la he adquirirdo teniendo en mente el entrenarme prematuramente para la vida de pensionado. Sino por las vivencias unicas que esta actividad permite y de la cual nunca podran gozar nuestros flamantes VIP. Recientemente he tenido que gestionar una visa y con gran alegria me percate que el pasaporte no tenia paginas libres y que tendria la fortuna de participar en las colas previas a la sacada de un nuevo documento en Barranquillla. Confieso que los comentarios positivos sobre la amabilidad y eficiencia de los funcionarios que atienden la oficina me entusiasmaron ya que segun lo que comentaron varias personas “No tendras que hacer fila y en un dos por tres te entregaran uno nuevo.”

A decir verdad, las experiencias mas emocionantes, reconfortantes y didacticas en todos los sentidos es el paseo para obtener documentos publicos, ocupando en el primer lugar la odisea para obtener la cedula en Barranquilla. Y no lo digo en un sentido ironico, aunque es el que mas aflora en mi mente. Lo digo en un sentido casi sublime, bello, en donde por fin, y por lapsos, se puede ver el arbol entero de relaciones entre los ciudadanos que buscan el preciado documento.

La sacada de cualquier documento publico en Colombia siempre trae recuerdos. Anoro esas madrugadas tibias sentado en un bordillo mientras la fila, un cienpies gigante, avanzaba al ritmo de un merecumbe imaginario inspirado en las procesiones de Semana Santa. El sonido del aire acondicionado goteando con timidez en la esquina de un recinto. La astucia requerida para cuidar con desconfianza los puestos en la fila mientras se revisan con recelo una y otra vez los requisitos, fotocopias, papeles organizados en una carpeta. Todas estas vivencias, los pasabocas accidentales consumidos en ayunas y la satisfaccion del deber cumplido se estampan en el subconsciente, actuando como mecanismo de defensa para nunca, nunca perder ese documento por el que se hizo tal sacrificio.

Me contaban que sacar un documento de uso publico en el 2006 era completamente distinto al proceso de sacarlo en 1995. Con la intencion de verificar la efectividad de los nuevos procesos administrativos, no madrugue tanto. La noche anterior fanteseaba con un recinto como el de las peliculas de Kubrik, higienico, moderno, austero, silencioso, eficiente. A las ocho de la manana me encuentro frente a la oficina de pasaportes, y un personaje sudado pero bien presentado se ofrece a brindar informacion. (Se desconfia inmediatamente: que quiere? Por que tan amigable? Ojo, fijo te va a clavar con alguna vaina rara Un chanchullo…Tendre una cara de perdido tan delatadora?) A pesar de todas las alarmas hay algo que me dice que ha hecho esto muchas veces Tiene una camisa azul, y una corbata como de cuero de iguana. Existe una temperatura de cuarenta grados, y como mama ganso-guia de turismo experimentado expone todos los posibles obstaculos y ofrece todas las soluciones a estos. Sin querer queriendo,termino sacando las fotos fondo blanco donde el primo del guia y las fotocopias necesarias con su hermano menor y tomandome una gaseosa en la tienda de su mama antes de entrar a la oficina de pasaportes.

Con la armadura de fotos y fotocopias ya lista estoy por aventurarme a obtener el tan anhelado documento. En esas se me acerca el otro primo del man de la camisa azul. Me dice que le de para las gaseosas y asi ahorrarme una fila de una hora para hacer la consignacion necesaria. Gaseosa vs. fila Fila vs. Gaseosa. Gaseosa vs. Fila. Ya un poco sudado, la pienso, y sucumbo ante la tentacion facil de dar para “las gaseosas” a pesar de mi aficion por hacer colas. Soy culpable, me siento culpable por no hacer mis filas con dignidad y sucumbo ante la propuesta del primo. Impavido, veo como la maquinaria se mueve: del anonimato salen primos, tias, sobrinas y en cinco minutos tengo mi volante de consignacion. Pan salido del horno, engrasado por mi complicidad. Muy mal, ya con ese volante de consignacion, con que se esfuman todos los debates morales y se entra al recinto donde se empieza el proceso final. Me dan la ficha 65, y apenas van por el 41.

El recinto es cuadrado. Tiene una columna en el medio, y el aire acondicionado al parecer no funciona; aunque aun no esta goteando. Creo que el cuarto tiene las medidas reglamentarias para una mesa de Ping-Pong. Hay cuatro ventanillas, con matronas diligentes y cordiales. Solo veo un computador, y detras unas ninas pegando hojas con pegastick. Una de las matronas de ventanilla ruega el favor de mantener silencio para agilizar el proceso de poner huella, verificar datos etc… mientras tanto en el salon ninos lloriquean, se echan chistes, gente comenta acerca de requisitos faltantes, fichas ya mencionadas y todos estan pendientes de los primiparos que entran por la puerta. Al fondo del cuarto, hay un fotografo con un kimono azul tomando fotos a ultima hora, al lado de un saco, una camisa y una corbata que en alguna epoca vistieron a un Ano Viejo o a Joselito Carnaval. Entra la dicharachera servidora de tintos, quien como perro en misa se pasea por las ventanillas y a cada uno les sirve su tinto personalizado. Hay aproximadamente cuarenta personas en el cuchitril y la temperatura va aumentando. Al cabo de una hora, de poner mis huellas varias veces, de deletrear mis apellidos, de firmar en unas libretas grandes, al fin me entregan el documento. Fresco. Salido del horno, con nostalgia dejo atras a la tribu hambrienta por el mismo requisito.

Salgo del recinto. Me despido con una alzada de la barbilla del man de la camisa azul, y su primo el fotocopiador. Veo el mansito de “las gaseosas, quizas buscando mas gaseosas…tendra mucha sed pienso yo. Pienso en Kubrik, en la era de los computadores, la Inquisicion y salgo con el saborsito en la memoria de haber probado algo nuevo. Haber sido complice y critico de la misma maquinaria responsable de forjar mi identidad ante el Estado. La revolucion de los sistemas computarizados se trunca y es derrotada por la aficion a las gaseosas, a las fotocopias, filas y de todo de lo que vive en las “unidades de soporte” de nuestras entidades publicas. Al terminar mi travesia, con el sentimiento de culpa del deber cumplido, lo unico que se pasa por mi cabeza es fantasear acerca de la tomada de gaseosas en los anos por venir.

jueves, noviembre 30, 2006

La Visa Para el Gordo

Hace unas semanas en Venezuela prohibieron el ingreso de Santa Claus o San Nicolás. Las oficinas de inmigración tienen la foto del gordito pegada en cada ventana. Se dio a las autoridades la tajante directriz de negarle la entrada y decomisarle en la aduana cualquier mercancía. Tienen la orden perentoria de enviar sus renos a un zoológico y de remate, por si las moscas, taponar las chimeneas existentes en las casas. Al pobre gordo le quitaron la visa venezolana, y se la han extendido a tres árabes que montan en camello. Dicen que es para promover la política anti-yankee del país vecino y congraciarse con los Reyes Magos de Oriente.

En Colombia no existe veto alguno a Papá Noel. ¡Es más, a punta de Nieve Navideña, desde noviembre se le empieza a dar la bienvenida! A pesar de estar en el Caribe Colombiano, se vende una especie de espuma envasada en aerosoles con la cual rocían superficies de ventanas, techos, y paredes incandescentes por el sol tropical. Ese poco de nieve, quizás tiene el objetivo de engañar a San Nicolás y a su manada de caribúes en la improbable eventualidad que atraídos por la artificial blancura, se les dé por pasar por nuestras caribeñas tierras.

Lástima que no existan chimeneas en el Caribe por donde pueda entrar Santa Claus a nuestras casas. Lástima. Para compensar, tenemos un pino de plástico como arbolito de Navidad. El árbol de Navidad original, un evergreen, (siempre-verde), se tala, y se le lleva a la casa impregnando todo el espacio con su aroma. Acá se le saca del cuarto de San Alejo, se arma con instrucciones bilingües y se le meten un poco de luces chinas. Los arbolitos en el hemisferio norte duran uno o dos meses; acá, hasta 50 anos y están hechos de un plástico no biodegradable y de vida eterna, resistente al calor, al comején y a las polillas. Vive apretujado en una caja guardada en el cuarto de San Alejo, durante 11 meses del año, y cuando se saca impregna la casa con un aroma a guardado. Ese es el olor de la Navidad gringa en el Caribe.

Para brindarle una calurosa bienvenida a San Nicolás, se arreglan las casas con un montón de matas puntiagudas de plástico, moños rojos, bolitas de oro, y para rematar, muñecos de nieve. Tres bolitas de raspao sin sabor con caras felices adornan los espacios a una multitud de personas que no conocen ni conocerán la nieve y ni la quieren conocer. Para promover la Navidad en Centros Comerciales y almacenes, tienen dobles de San Nicolás flacos y morenos, algunos con el tufo característico que deja el Ron Blanco, riéndose Jo, Jo, Jo, y así el espíritu navideño criollizado se esparce por la ciudad.

Para la cena, mientras San Nicolás esquiva con su trineo los goleros que merodean el aeropuerto, se sirve pavo en muchas casas. El pavo, que es un pollo grande, se ofrece con unas salsas dulces para enmascarar lo sobrio de su sabor. Al pavo se le arregla con manzanas, uvas y otras frutas no vernáculas, para que visualmente se vea apetitoso… cumple la misma función que la navinieve para el paladar. Ah sí, y todo se pasa con Coca-Cola…

Esta es la Navidad que más se parece a la de las películas gringas. Faltaría incorporar la bufanda y los guantes, y comprar mucha, pero mucha navinieve. Ojalá que ningún niño lea esa columna, pero la verdad es que nadie va a venir: Ni un gordo volador, ni tampoco tres manes montados en camello. En esa espera ficticia de unos extranjeros, lo importante es compartir en familia, acompañados de vecinos y amigos, la tradicional fiesta magna de la cristiandad. Ésta no es una crítica xenófoba, más bien es un llamado a ampliar el concepto de celebración para que no esté regida únicamente por símbolos que no tienen nada que ver con nuestra idiosincrasia.

Siguiendo la tesis de un amigo, en una época de calor humano, de unión familiar, es más apropiado festejar la Navidad con un sancocho de guandul, hayacas, pasteles trifásicos, que con el insípido pavo, y definitivamente un pesebre autóctono, lleno de palmeras, daría más sentido de pertenencia a la celebración de la Navidad. Por mí que no sólo no le den visa a Papá Noel, sino tampoco al pavo.

Las Incomodidades

Las incomodidades, esas molestias que nos afectan y que normalmente no alcanzan el nivel de disgustos, son percibidas de manera particular por cada persona y creo tienen mucho que ver con condicionamientos adquiridos o hasta heredados. Normalmente no tienen carácter absoluto y no son comunes a todos los mortales.

Hay muchas cosas que incomodan. Algunas son conceptos, pensamientos etéreos que no encuentran su materialización en el mundo real, pero mentalmente aparecen cambiando nuestra relación con el entorno. Las incomodidades incluyen desde pensamientos, hasta esas situaciones fugaces con las cuales nos topamos día a día, y que por esfumarse tan rápido no tenemos tiempo para recordarlas. Por ejemplo, no creo en la reencarnación, pero por si las moscas existe, me resulta incómodo pensar en la posibilidad de reencarnar en una jirafita. La caída al nacer debe ser dolorosa, pero de existir, preferiría reencarnar en animales más pequeños y ojalá acuáticos como belugas o hipocampos.

Incomoda cuando los odontólogos insisten en sostener conversaciones con los pacientes mientras le embuten aparatos para chuparle las babas. Uno con la boca abierta llena de cubetas, mini toallas de algodón, aparatos varios; y el odontólogo, como pato mirando avión, esperando una respuesta. Produzco una cantidad asombrosa de saliva y me incomoda el que me pongan la aspiradora a toda velocidad para evacuarla y al intentar responder las preguntas del dentista, sólo salen los sonidos característicos de quien hace gárgaras.

No es cómodo desearle feliz cumpleaños a desconocidos. Felicitar a un cumplimentado que nos acaban de presentar, que sabemos que no veremos más nunca, es incómodo. No amerita una felicitación quien se borrará de nuestras mentes en menos de lo que canta un gallo. Ni para qué mencionar a los que se auto celebran y dicen: ¡Felicítame que estoy cumpliendo años! Ahí sí el no saber qué decir adquiere todo su esplendor.

Siguiendo con el mismo tema, incomoda aquella gente a quienes hace tiempo no vemos y lanzan ráfagas de sinónimos de saludos sin escuchar nuestra respuesta: Hola, ¿que más? ¿Qué has hecho? ¿Cómo te ha ido? ¿Qué tal la cosa? ¿Cómo va todo? A todas se contesta con la misma respuesta sorda, la cual se ha perdido entre la catarata de preguntas. Un esfuerzo inútil por disimular la angustia de no saber cómo devolver el saludo.

Incomoda la gente que estornuda sin estilo. Una palabra tan bonita como estornudo, debería tener una representación que haga honor a la palabra. Esos que parecen signos de puntuación silenciosos, incomodan. Prefiero los despelucados, sonoros, que no se cohíben ni autocensuran.

Incomoda ser víctima de peticiones de limosnas en el momento justo antes, durante o después de comer. ¿Con qué autoridad moral puedo negar una limosna teniendo la boca llena, masticando un pedazo de carne? La culpa invade, se evita mirar a los ojos a ver si así las cosas se pueden solucionar. Nunca se solucionan así, y sin embargo se sigue perpetuando el ritual. Prefiero ser abordado cuando ya la comida lleva al menos dos horas en proceso de digestión.

Es incómodo cuando se responde con un “que Dios le bendiga”, “que Dios te lo pague”, en vez de agradecer en primera persona. Prefiero un gracias, a que un intermediario invisible por poderoso que sea, me lo agradezca invisiblemente con palabras invisibles. Un agradecimiento directo, es mejor que delegar la responsabilidad de agradecer a un tercero; y más, siendo alguien omnipotente y omnipresente.

Es incómodo ser víctima de requisas flojas al entrar a centros comerciales, teatros, estadios, almacenes, etc. Con cara de aburrimiento los guardias de seguridad inspeccionan maletines, carteras y mochilas, con dejadez y parsimonia disléxica. Es como si conociesen de memoria todas las carteras, y quizás todas las intenciones dentro de los cerebros de los visitantes al repetir desganadamente el rutinario e inútil proceso.

Incomoda esa gente que con el pretexto de hablar acerca de un suceso de moda, se rebusca la forma de meter su cucharada. Todo el mundo quiere tener algo con el cuento, mostrar cómo se está conectado, agarrado con aquellos sucesos que merecen difusión en los medios. Por ejemplo, si hay un crimen, cada quien desempolva sus telarañas y empieza a pescar en río revuelto con su aporte a la historia: Que la víctima se hacía las uñas en tal salón; que el asesino jugaba dominó con el nieto del primo del amigo hace unos años; que yo lo vi en tal fiesta pero estaba súper bien; que mi prima estudió con ella en el colegio. En fin, se busca por dónde encontrar una caída para merecer unos minutos de atención en su papel de rémoras del cuento.

Incomodan días como éstos, en donde la incomodidad y todos los momentos incómodos se empiezan a escurrir dentro de las paredes y se recogen en un refractario blanco, plano y liso. Es incómodo repetir tantas veces la palabra incómodo, y el non-plus-ultra de las incomodidades es la que se siente cuando en este final de año nos preguntan: Y cómo va ese Junior?

Zaloart@yahoo.com

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sábado, noviembre 25, 2006

V.I.P

Very Important Person. Persona muy importante. Ahora todo el mundo quiere ser importante. Figurar en periódicos, revistas, ser atendido como realeza, etc. Los conciertos, bares, discotecas ofrecen unas especies de jaulas con muebles incómodos en donde se promete garantizar el estar aislado de la plebe y en cambio “gozar” de la compañía de personas importantes de “verdad, verdad” o en su defecto con algunas artificiales y momentáneamente importantes.

En un país acosado por un sentimiento de inferioridad, al no tener reyes, príncipes o princesas para lambonear, se ha recurrido a múltiples concursos para exaltar las ganas de tener a alguien con trono o corona. Reinas de los más variados productos agrícolas y minerales: Desde reinas de frutos exóticos como el borojó y la cañandonga, hasta del carbón (¿me pregunto si hay de la caprolactama y del cucayo?) Reinas del bambuco, sanjuanero y del dividivi. Reyes vallenatos, Reinas del Carnaval y Reinas de Belleza, y hasta del Despecho. Si se analiza bien, es una cultura que busca tener sangre azul, tener sirvientes que prueben la comida para verificar que no esté envenenada, y que se nutre y alimenta de leyendas alrededor de la mesa del Rey Arturo. Lo que importa es coronar. Coronar sin que lo coronen a uno.

Volviendo al concepto V.I.P. y las ansias por coronar, ¿coronar que?. Aquellos que no estamos en la jugada para ser rey o reina, nos toca lidiar con el concepto V.I.P. Las zonas V.I.P están generalmente cerca a una tarima en donde se puede apreciar mejor un espectáculo, o muchas veces aislado de la chusma. Y por chusma, para usar palabras del Chavo del Ocho, me refiero a todos esos mortales que no quieren, ni se desvelan por comprar una importancia artificial efímera. El V.I.P. ofrece ese sentimiento de felicidad prestada por no hacer fila, por sentir que somos el ahijado de algún rey extinto. Qué delicia. Qué placer, el poder despegarse de aquella realidad aburrida y como burbujitas de champaña flotar entre la crema y nata, creada también artificialmente.

Como está de moda el concepto, no me sorprendería ver V.I.P.’s en recintos destinados a actividades diferentes a espectáculos. Quizás las aulas de clase puedan tener zonas de este estilo para niños aplicados o soba chaquetas. Iglesias podrían tener una zona V.I.P. para aquellas personas que más rezan o que más diezmos dan. Quien quita que para pagar impuestos, cuentas en Bancos se instale una línea V.I.P. para los que pagan a tiempo, mientras el resto de morosos sudorosos espantan moscas con sus recibos vencidos. No me extrañaría que muy pronto empiecen a proliferar zonas V.I.P. en comederos populares donde se ofrezca a los distinguidos comensales alternativas como chicharrones depilados con láser, sopas de mondongo con aroma de Chanel No. 5 o bollos de yuca completamente orgánicos. La importancia hay que crearla de manera artificial; poner un avisito, establecer una regla insulsa, enjaular una zona, poner un guardia de seguridad, inventarse una baranda…qué se yo.

Con la construcción de un muro extenso en la frontera entre México y Estados Unidos, este concepto de V.I.P. adquiere su máxima expresión. Los gringos no quieren tanto chilango deteriorando su idioma, limpiando platos, ensuciando sus costumbres anglosajonas establecidas. No se quieren contaminar, y la solución es construir un paredón de 6 metros de alto. El concepto del V.I.P es en cierta manera lo mismo. Una separación, una segregación, un apartheid mas bien económico. Para ser importante se necesita plata. Para ser importante se necesitan las ganas de ser importante. Por eso ya no sólo hay V.I.P.’s, sino súper V.I.P’s, V.I.P., Platino, Oro, Diamante. Falta todavía que se inventen un V.I.P. Kriptonita únicamente para multimillonarios, o súper hombres diferentes de Clarck Kent. Esta segregación artificial y arbitraria incentivada y estimulada por la promesa de una foto con nuestro Jeep Set que se muere de ganas por que lo retraten rodeado de la farándula criolla, o por el placer de estar a cinco mesas de alguien verdaderamente importante, es lo que mueve a nuestra realeza de agua dulce. Reyes y reinas sin corona y sin blasones, sin súbditos, sin reinos, sin ejércitos, sin nada y autoengrupidos en su fugaz y efímera sensación de sentirse importantes.

viernes, noviembre 03, 2006

A Tono Sin Tono

Todavía recuerdo estar al frente de un teléfono esperando pacientemente que diera tono. Pertenezco a esa generación que presenció cómo funcionaban los teléfonos fijos antes que padecieran su masacre por parte de los celulares. Esos equipos eran mamotretos, carcazas negras o verdes en donde uno metía el dedo, giraba una ruedita plástica, y por arte de magia en el auricular se escuchaba una voz. Los teléfonos fijos siguen siendo para mi aparatos curiosos y pesados; parecidos a tortugas prehistóricas, que en algunas películas recuerdo haberlos visto ser usados como armas contundentes.

Si no estoy mal, no se hablaba mucho por teléfono y sólo se utilizaban para fines específicos. Se hacía una cita y se salía de la casa con la confianza, convicción, certeza, seguridad de que las cosas iban a tomar lugar de acuerdo con lo programado a pesar de las entropías y vericuetos de la vida. El margen de error permisible era mínimo. Si se acordaba que el partido de bola de trapo era a las tres; era a las tres. La parlada era breve, ya que aburría esperar tono y cansaba sostener ese auricular por más de cinco minutos. Requería, exigía otra relación con el mundo, una confianza miope o casi ciega en el otro. Engañosamente se creía que las cosas siempre saldrían conforme a lo planeado. En resumen una visión determinística en un mundo caótico lleno de incertidumbres.

La generación que nace con el juguete nuevo del celular conjuga sus acciones de una manera completamente distinta a aquella de la época pre-celular. Ahora en cualquier momento potencialmente se puede contactar al otro. Es factible avisar con un dedo si se llega tarde, si no se va a almorzar, si estás en un trancón, si vieron a la novia de tal con otro, si la rumba está aburrida y que se va a otro lado, etc... De forma inmediata se puede cambiar el transcurso de la vida; no hay esperas, no hay demoras, no se ejercita la imaginación con hipótesis ficticias de por qué las cosas no suceden. La actual generación actúa, el momento es ahora, se minimizan las demoras.

Qué eventos se habrían podido evitar si los celulares hubieran existido desde hace siglos. El pobre Noe, borracho y mareadito por el olor a mapurito y cabullita de mico por el encierro en su zoológico flotante, con sólo un mensaje de texto: “PARÓ DE LLOVER. DIOS”; se hubiera evitado meses de martirio y tener que esperar a ver palomas volando con ramos de olivo en su pico para saber que el diluvio ya había terminado.

Si Penélope y Ulises hubiesen tenido celular, con sólo un mensajito de Ulises: “NO ME ESPERES, ESTOY EMBOLATAO. ULISES “; Penélope se habría podido ahorrar tanta tejedera y hasta hubiese podido sacar su colección Primavera-Verano.

Con celular no hubieran existido obras como la de Romeo y Julieta. Si ellos hubiesen estado suscritos al plan que permite hablar ilimitadamente, con sólo una llamada corta se habría podido detener esa tomadera de venenos de mentiras y de verdad. Y así, se me viene a la mente que hubiera sido de Napoleón en Waterloo con un celular? Será que los hermanos Morales habrían insistido por el mismo florero feo de Llorente si hubiesen tenido la oportunidad de llamar a otra persona? Pienso en las guerras, tragedias, accidentes, creaciones literarias y artísticas que han podido ser evitadas, provocadas o modificadas con sólo estar suscrito a alguno de los múltiples planes con que nos bombardean a diario las empresas de teléfonos móviles.

Para colmo de males, ahora casi todo el mundo tiene celular. El antiguo teléfono que bailaba con parsimonia a punta de un tono ya es un concepto difícil de concebir. Ahora ya no existe la espera por el tono. El tono brindaba ese último momento de meditación, de recapacitación, el valioso instante que sirve para arrepentirse si se hace o no la llamada. Ahora los celulares graban los números, los tienen identificados. En algunos casos se activan llamadas hasta con la voz y en otros hasta con el mismo pensamiento. Hay de todos los colores, sabores, piticos, vibraciones, etc...

Ya no es el celular, como hace pocos años, símbolo de estatus cuando el que tenía el aparatico se distinguía de los otros mortales por su aire de sobradez cuando conversaba, normalmente en voz alta, para que lo oyera todo el vecindario. Ahora la perrateada del aparatico ha llevado a extremos tales que quien no lo tiene o es un excéntrico o está padeciendo una malaria que lo mantiene llevado.

Pero como todo tiene una compensación, aquellos que aun tienen teléfono fijo en su casa, lentos y pesados como tortugas de limitada movilidad, pueden estar seguros que nunca se los robarán. En cambio los usuarios de celulares móviles ágiles y rápidos como liebres, estamos permanentemente asediados por una ralea de ladrones de manos finas que hurgan los recovecos más escondidos de nuestra vestimenta en busca del mágico aparatito, al que cazan con pasmosa facilidad.

viernes, octubre 27, 2006

La Ciudad y los Ruidos

Suena la alarma. Abro un ojo con dificultad. Sin abrir el otro, extiendo mi mano y trato de apagar la alarma. La apago. El no abrir el segundo ojo es lo que me mantiene aun inmerso en ese mar de Morfeo (no lo abras). Se escucha un perro ladrar en el fondo de su océano. Ya se calló. Me zambullo en mis últimas eternidades de sueño. Se escuchan camufladas en las paredes el ruido del chorro intermitente de duchas vecinas, vibraciones ultrasónicas que empiezan a filtrarse en el tiempo y el espacio. Delego parte de mi cerebro a que las edite; este manda una señal para que se encojan las orejas, taponando cualquier perturbación. No se acata la orden. Por inercia, intuyendo la ineficacia del cuerpo para resguardarse en el sueño, se abre el segundo ojo. En milisegundos que parecen horas, como perro mojado me sacudo del sueño, y con un abrir y cerrar de ojos (tan fácil suena) estoy despierto.

Los sonidos atacan a toda hora. El cuerpo hace un esfuerzo para editarlos, bajarles volumen, los decibeles, la frecuencia; ponerles “mute”, para seguir con la rutina de Sisifo. Algunos sonidos externos se les bautiza como ruidos y otros como información. En un instante estos sonidos pueden arbitrariamente cambiar de categoría. Una cantaleta del profesor puede ser editada y cambiada a la sección de ruidos. Un silbido al pasar por una construcción puede convertirse en información, dependiendo de la potencial víctima. Una explosión, el canto de un turpial, la brisa chocando contra un vidrio, el susurro del aire acondicionado, ráfaga de tenedores en hora de almuerzo, bombardean constantemente y teniendo a John Cage en mente, se decide si se convierten en ruidos o en información.

El cuerpo también tiene sonidos , se es generador de sonidos al igual que se es receptor. La música o ruido no sólo se genera soplando, pegando, o raspando algo. De forma casi vergonzosa el cuerpo también crea su sinfonía. Eructos flotan hasta explotar en la superficie, vientos salen sin culpa, huesos truenan al doblar el cuerpo, al masticar se escuchan las muelas como congas llevar el ritmo, las tripas se retuercen; culebras en gelatina respondiendo a los gemidos de una comida por procesar. Todo esto se edita. Se le pone una rayita negra en la mitad. No se mira.

A pesar de que se intenta editar, tachar, pasar por alto toda esta información, los ruidos suben a la superficie con una fuerza ensordecedora. Navegar el día con sonidos inconscientemente brinda todo tipo de información, que nos remonta más a esa parte animal que a la calificación homo-sapiens con que nos hemos autodenominado por varios miles de años. Se le ha dado una confianza exagerada a la visión, como dupla goleadora de la razón, dejando sentidos como el gusto, tacto, olfato y oído en la banca.

Para lanzarse a navegar, y recalcar el invento del tiempo sólo es necesario oír y escuchar. La negra gritando Bollooooooo!!!! Anuncia el fin de la tarde por toda Barranquilla. Para qué se necesitan satélites, GPS, campanas de iglesias cuando con aullidos, gritos inclementes de estas Diosas toda la ciudad se percata que la tarde está muriendo. El comienzo de la tarde en toda la ciudad se le adjudica a las gallinas culecas y ranitas cui-cui perfeccionando con la repetición inclemente su canto. Las brisas pegando contra las ventanas y puertas, colándose por las ranuras de éstas, se convierten en termómetros que anuncian que diciembre está cerca. El rumor de pólvora, distantes orquestas y vallenatos a media noche nos ubica en enero y febrero. Y así, cada ciudad tiene sus ruidos particulares y acostumbra a sus ciudadanos a que los vivan de cierta manera; en Cartagena a las 10 a.m. las Maria-mulatas arman su alboroto, quizás preguntándose por las andanzas de Grau. Los domingos y festivos en Bogotá, los pajaritos por fin pueden ser oídos, y los ruidos de buses y busetas, taxis se silencian en el aire. De igual manera me imagino que Mónaco, Moscú, Magangué y Marquetalia morderán a sus moradores de distintas maneras a punta de sonidos. Cada una de ellas con sus ruidos particulares, acentuando ciertas relaciones y escondiendo otras. Creando lazos invisibles y frágiles con los que recorren las calles día a día, pero que quedan escritos con sangre en alguna parte sorda de nuestra memoria.

jueves, octubre 19, 2006

El Gourmet vs. El Arroz Blanco

Los cambios en la gastronomía, sin querer queriendo son un reflejo de lo que se vive actualmente en el mundo. Ha habido un boom de la comida fusión, cocina de autor, etc. y creo que todas esas tendencias tienen mucho que ver con la globalización, la idea de la aldea global y su relación entre lo local y lo universal. En un plato se pueden mezclar sabores del altiplano cundiboyacense, caviar del Mar Negro, con emulsiones del sur de Vietnam. Todo esto se presenta, ya que ahora es posible acceder a ingredientes de distintos lugares del mundo con gran facilidad y economía. La época de los fastuosos banquetes burgueses en donde las salsas enmascaraban los sabores de los ingredientes, donde al ojo se le daba mayor importancia que al paladar, se acabó. La “Nouvelle Cuisine” comienza esta revolución con platos discretos diseñados a apuntar distintas zonas del paladar, con mezclas sorpresivas para resaltar el sabor de cada producto, dejando en el comensal una sensación de satisfacción y placer.

A pesar de tanta globalización, cocina de autor, TLC, boom de lo gourmet, yo sigo fiel a mi arrocito blanco. El arroz blanco se consume en todo el mundo; en algunas culturas es símbolo de prosperidad y fertilidad – por algo se le lanza a los recién casados en los matrimonios -. En Indonesia una mujer no es apta para casarse sin antes saber cocinar arroz, requisito, que aquí entre nos y con la venia de Florence Thomas, no estaría demás implantarlo en Colombia. No se sabe a ciencia cierta si el arroz nace en India en el año 3000 A.C. y si se introdujo en América en un barco que encalló en las costas de Carolina del Sur. En fin, todo gira alrededor de un arroz blanco, y como dice un proverbio chino “Una comida sin arroz, es como una mujer bonita con sólo un ojo”. Este grano es la guarnición más popular y elástica conocida. Sirve para acompañar sopas, guisos, carnes, granos y se lleva bien hasta con huevito frito encima (el famoso arroz al volcán). El agua en donde se cocina este cereal también se utiliza para hacer la refrescante agua de arroz y el masato; y para completar su versatilidad, se utiliza la parte que se adhiere al fondo del caldero para producir ese serendipical manjar crocante llamado cucayo o pegao. Es un regalo de los dioses.

Ese regalo de los dioses, se ha perrateado. El arroz es la estrella de los corrientazos que usualmente se venden por toda la ciudad. Desde el presidente de la compañía, hasta el portero de la misma comen arroz en el almuerzo. Y cual es la fascinación con el arroz? Me atrevo a pensar que brinda la flexibilidad necesaria para mezclar las salsitas de los productos acompañantes. El arroz dentro del corrientazo ofrece esa opción. En este festín, el arroz está alrededor de una proteína, ya sea carne, pollo, pescado-(con salsa), plátano o papa y verduras. El conductor de la sinfonía de sabores es el arroz; ya sea para añadir textura, suavizar salsas o potencializar sabores.

Es interesante ver como esta conducta que nace del amor al arroz se adapta para comidas internacionales. En casas he comido lasañas acompañadas con arroz blanco o arroz con coco y plátano al horno, junto una agua panela fría. Me parece válida esa combinación. Es unir la tradición local, con lo ajeno. El interés para tener en el mismo plato una “rumba crossover” de sabores es algo destacable. Al comparar esto con la tradición italiana de secuenciar los platos teniendo un antipasto, un primer plato, un segundo plato y un postre requiere un cambio radical en la manera como se come. Por eso algunos restaurantes italianos de moda no se sienten cometiendo sacrilegio alguno al permitir que comensales exijan que quieren un tercio espaguetis pomodoro, un tercio gnocchis al burro y un tercio capeletti al pesto. Inconscientemente se perpetúa la misma tradición del corrientazo, en donde la gratificación es inmediata, no hay que esperar una secuencia eterna de sabores. La sorpresa se suprime y se cambia por un juego de mezclas y de sensaciones en el mismo plato. Lo dulce y lo salado. Lo frío y lo caliente. Lo crocante y lo blando. Todo al tiempo.

Esta criollización de la comida internacional, creo que es influenciada en gran medida por el arroz. Acaso todas las salsas son para ser mezcladas con éste? Es lo mismo pedir una porción adicional de arroz para combinar con espaguetis de tres quesos, goulash húngaro, pepper steak o pad thai? En unos casos se puede ver como redundante acompañamiento y en otros como el complemento necesario.Quién decide?

Confieso que la preferencia por el arrocito blanco no implica radicalismo alguno ni sirve para descartar los excelsos sabores de una paella valenciana, un risotto italiano, un asopado cubano o un arroz de lisa barranquillero.

A propósito de éste último, no insista en que se lo hagan en su casa porque ni quedará mejor que el callejero ni le perdonarán que la deje impregnada de su olor característico durante varios días y sitiada por docenas de hambrientos gatos. Eso si, si le gusta proclámelo con orgullo y no sea un come lisa vergonzante como algunos de estrato 6 que dejan estacionados sus vehículos lejos de los puestos de venta adonde llegan a pata, piden su porción de mil barras en hoja de bijao extra large, se la comen deprisa escondidos detrás de un palo de matarratón utilizando la cédula como cuchara y en su carrera no tienen la precaución de limpiarse la boca y en especial los labios, que quedan maquillados con un ribete de grasa de tono azafrán-achiotado tan de moda en estos días y cuyo origen será problemático de explicar cuando vuelva a su casa.

Lo ecléctico está por todos lados. Me entusiasma la manera como la gastronomía al igual que el lenguaje, se forja, se recrea y se transforma día a día. El gourmet y el arroz blanco (ni ninguna clase de arroz) son enemigos. Por el contrario, forman un dúo dinámico que busca inventar nuevas combinaciones y convivir pícaramente como cómplices de la buena mesa.

jueves, octubre 05, 2006

Es Facil Confundirse

Confundirse es fácil y más en estos tiempos.

Se pregona que lo importante es la personalidad más sin embargo día a día se extiende cada vez más la epidemia de cirugías plásticas para modificar el físico de las personas y se ignora o se menosprecia las características que hacen único a cada ser humano cual es su personalidad. Hace poco pasé una pena cuando me presentaron a una vieja amiga (que no es lo mismo que una amiga vieja) a quien no reconocí de entrada y sólo me di cuenta quien era cuando entablamos un insulso diálogo. Por su físico “Había entrado en el paraíso” pero por su conversación la identifiqué ya que seguía manteniéndose en el limbo, (que entre otras cosas ya se sabe que no existe).

A medida que la vida moderna se vuelve más compleja y llena de opciones y alternativas, las posibilidades de confundirse crecen exponencialmente y con el fin de evitarlas proliferan los avisos. Avisos en forma de pancartas, calcomanías, murales, etc. que pretenden informar, explicar, promover, negar, prohibir, clasificar, en fin, aclarar que cosas se pueden o no se pueden hacer. Esos intentos de clarificar por medio de avisos ha terminado por crear una confusión aun mayor.

En las etiquetas de todas las botellas de licor hay una notica que dice: “El exceso de alcohol es perjudicial para la salud”. No entiendo. Se nos ofrece el veneno y nos hacen pensar todas las repercusiones en un instante. El exceso; qué exceso? Dos o tres tragos Cinco Una botella? Una canasta de cerveza? Es ambigua la cuestión.

En avisos de cerveza, se ven mujeres en tanga pasándola muy bien mientras degustan el producto que mercadean. Todas toman cervezas, y no se les ve esas calorías estancándose en sus barrigas. Estoy seguro que ninguna de esas chicas águila revientan frías, por mucho gimnasio que tengan encima. Será que toman light? En mi caso, la ingestión de frías me ha dado una merecida y bien educada pipa. Me siento engañado entonces.

“El tabaco es nocivo para la salud”. Advertencia que se mimetiza en empaques o avisos que tienden a neutralizar el efecto del mensaje y que realmente busca decir fuma, pero ojo, ese vicio te puede matar. Entonces uno no sabe como es la cuestión. Será que sacrifico un pulmón por el placer momentáneo que me da una fumadita después de la comida? La discreción de cada quién se ejercita ya que es comprobado que es nocivo; la pregunta del año es cuándo y cómo atacará...me confundo también con eso.

“Prohibida la venta de licores a menores de edad”. Los menores de edad son los que quieren siempre crecer a la carrera y ser mayores (entre otras cosas no saben lo equivocados que están). A qué se refieren por menores de edad? Es lo mismo un niño de 7 años que uno de 17? En los quinceañeros, matrimonios, fiestas, se ofrece trago sin importar la edad. Entonces no entiendo hasta donde se ponen los límites y hasta donde se respetan.

”Cómo conduzco? Llame al tel ####” Me confundo también con esos letreros estampados en los vidrios traseros de los buses y camiones de reparto. Como si al conductor, normalmente un emulo de Montoya, le importara la opinión de los colegas o peatones que sufren por sus continuas violaciones a las más elementales Reglas de Tránsito. Le interesa realmente a los dueños o gerentes de las empresas a las que pertenecen esos vehículos la opinión que se tenga del comportamiento de sus conductores? Una vez de ingenuo llamé a uno de esos teléfonos y después de una desesperante espera, me dieron una bailada de indio que aun me mantiene mareado.

Recientemente han proliferado por nuestras calles carros que llevan en su vidrio trasero una calcomanía que nos recuerda que “Dios es amor”. Algunos de esos vehículos son manejados por personas que parece que llevaran al diablo por dentro y que dejaron el amor al Creador en su casa. Esos mensajeros de la convivencia al asistir a los templos frecuentemente " parquean “ sus vehículos en sitios donde grandes avisos indican “No estacionar”. Una vez al solicitarle a un feligrés infractor que moviera su vehículo, de manera energúmena me insultó y mandó al infierno. Esta es la hora que no he podido explicarme lo que esas personas entienden por “amor a Dios”.

Y así, hay muchas situaciones que sin querer queriendo, confunden. Quizás es más fácil detectar las paradojas en éstas, que en el resto de cosas a las que aun no se les ha asignado un aviso o etiqueta. Quizás es preferible entonces no ponerle atención a los avisos y seguir el consejo que le dio un chofer de taxi a García Márquez cuando éste le preguntó por qué hacía todo lo contrario de lo que indicaban las señales de tránsito : “Hey viejo man, aquí en Barranquilla todos sabemos lo que hay que hacer y no le paramos bolas a esas vainas”.

jueves, septiembre 21, 2006

Cuando los Significados Empalagan

Cuando los significados empiezan a empalagar, las palabras buscan otro tipo de manifestaciones. Es como si las películas de Hollywood se repitiesen una y otra vez todos los días. Esa repetición, esa hemorragia de escenas, de términos, acaban por distorsionar la imagen, y ésta se escabulle modificando así su significado original. De esa manera, unas fresas con champagna, podrían terminar ofreciéndose en un carrito de paletas al lado del man de las butifarras, en el entretiempo de un partido de fútbol. Aquella sensación del primer ósculo a la luz de las estrellas detrás de un Cadillac viendo películas en blanco y negro, se aterriza y se convierte en un beso estampado a trompicones en una verbena a ritmo de vallenato llorón. Esa banda amarilla de hule de “Live Strong” creada por Armstrong en su campaña contra el cáncer, se transforma en una moda, en donde no es suficiente tener una, sino dos en cada brazo y de distintos colores.

Las palabras, al igual que las imágenes sufren una transformación sutil. Es habitual que un extraño se nos dirija como “jefe”, “primo”, “hermanito”. A la que vende corrientazos se le pregunta: ¿Oye mi vida cuánto es? En conversaciones, ese “Mi amor” y “Mi vida”, tienen el objetivo de acercar y poner en su sitio al mismo tiempo: ¡No mi amor, olvídate!, “Hermano, no puedo hacer más nada”. Esas son las conversaciones que presencio entre extraños que nunca se miran a los ojos y se dicen “Mi amor”, “My love”, “Mon amour”. Es inusual hoy en día oír ese “Mi amor” entre personas que sí se quieren. Raro me parece. Una vez que sale el “Mi amor” o el “Primo” a colación, hay que estar mosca. Puede ser un pretexto para ganar de cuento, para engañar de manera inocente.

Lo contrario se ve entre verdaderos amigos y amigas. Toda vez que ese “Mi amor”, ese “Primito”, ese “Mi vida” están tan gastados y no dicen lo que en realidad quieren significar, se terminan comunicando entre ellos con insultos y se mientan la madre espontáneamente: ¿Oye mal nacido como estás? ¿Oye bandida, para donde vas? Se cambian los papeles: los insultos son ahora las flores con que adornamos a nuestras amistades más cercanas. Será por la escasez de palabras en el idioma? ¿Será por la aglomeración, la sobrepoblación de significados para una misma cosa, o será por el mero placer de crear nuevas conexiones entre palabras e imágenes?

El lenguaje siempre busca la forma de expresar lo que necesita. Es la mosca encerrada en un carro que rebota contra el vidrio y la pared hasta que encuentra un hueco por donde escapar y se libera, pero completamente deformada. El lenguaje viene siendo un Frankenstein flotante que siempre muta, siempre intenta vivir a pesar de su origen, buscando conexiones imaginarias y a tres bandas.

“El Abrazo del Pato”, término descubierto para referirse a las gripas y catarros se coló en el vocabulario cotidiano hace unos años. He visto cómo ha evolucionado, desafortunadamente coincidiendo su metamorfosis con mis resfriados. En la época de la pelea de boxeo cuando Tyson le arrancó la oreja a su contrincante con un mordisco… comenzó a mutarse y a conocerse como el “Abrazo de Tyson”, y así sucesivamente. Creo que la última vez tenia el nombre del “Abrazo de Montoya”. Tocará enfermarse a la fuerza para actualizar el repertorio.

Cuánto vale? ¿Ochenta mil pesos? ¿Ochenta mil barras? ¿Ochenta mil lucas? ¿Ochenta cocos? ¿Ochenta puntos?, ¿Ochenta pesos?. Todas estas expresiones se refieren a un mismo valor estando en el bolsillo, físicamente son iguales, y sin embargo, tienen distintos significados. Quizás es que el lenguaje busca lo que suena sensual, aquello que deja un saborcito en la boca para adornar y hacer más afable el día a día. Es recrear de manera barroca el léxico, haciendo que el acto y la imagen sean iguales de juguetonas al momento de hablar.

“Listo Calixto”, “Qué culebra tengo”, “Le sonó la flauta”, “Dame una fría”, “Está en redonda ligada”, “Ajá”, “Eche”, “Cuadro”, “Bájate del bus”, “Trillar”, “Qué camello”, “ponte mosca” , “no seas barro”, todas éstas son palabras y términos que tienen historias distintas y ambiguas y que por sí solas confunden. Como camaleonas cambian de significado dependiendo del contexto en el cual son dichas y el tono con el cual el Darwin del idioma las pronuncia, que al final es lo que les da vida propia y que como decía un filólogo de Rebolo, es lo que ultimadamente importa.